Preclásico maya
También llamado Período Agrícola, existe un debate sobre los años de inicio y fin de este intervalo de tiempo, el más aceptado en este caso, para el área maya, inicia aproximadamente en el año 1000 a. C. y terminaría alrededor del 320[cita requerida]. Durante este periodo se desarrolla el idioma maya y el pueblo maya adquiere experiencia y construye algunas grandes ciudades.Una teoría, basada en estudios de cerámica, motiva a deducir que en el periodo Preclásico la costa del Océano Pacífico, desde el este de Oaxaca hasta El Salvador estuvo poblada por los ancestros de los mixe y popolucas actuales, de uno de estos es el grupo de los mayas que, hacia el 1200 a. C., emigraron hacia el Golfo de México y desarrollaron la civilización olmeca arqueológica. De hecho, la cerámica más antigua de esta región es de un estilo inconfundible llamado Ocós, originaria del Pacífico de Guatemala, pero unos 600 años más antigua que la olmeca[cita requerida].
Según otra teoría, complementaria a la anterior, los descendientes de los olmecas emigraron a la zona del Petén guatemalteco, donde posteriormente se mezclaron con la gente del lugar originando a los "protomayas". Existen algunos fragmentos donde se afirma que estos provenían de una migración que se produjo en el núcleo original maya, que ciertos arqueólogos han encontrado en la zona maya de Guatemala conocida como El Petén, cuando en el Preclásico medio se comenzaron a desarrollar ciudades monumentales en la Cuenca del Mirador como Nakbé, El Mirador y Cival, con sus ahora famosos murales del Preclásico, los más finos y antiguos del área maya. Estas grandes ciudades ya contaban con todas las características que hicieron famosos a los mayas del periodo Clásico, y dando lugar a la duda de que si los olmecas y mayas fueron, efectivamente, culturas que se desarrollaron independientemente.
Posteriormente, en el Posclásico, algunos grupos emigraron del Petén rumbo al norte (Península de Yucatán) y otros se quedaron ahí; de esta manera se explica el origen de las diferentes tribus mayas (itzáes, xiús, cocomes,, tzeltales, lacandones, entre otras), ya que cada una de ellas conservaba rasgos comunes, solo variaban los distintos dialectos. Cuando se realizó la conquista española, cada uno de estos grupos se fue adaptando al mestizaje cultural y se fue haciendo único y autónomo en sus tradiciones. Al paso del tiempo la gran civilización maya floreció y alcanzó auge en la zona norte del Petén, en la Cuenca del Mirador, en el corazón de la selva tropical; ahí fue su núcleo original. Algunos especulan que el pueblo maya tomó como ejemplo muchos estilos de vida de la cultura olmeca, aunque los recientes hallazgos en las ciudades del Petén, como El Mirador, Cival, etc., contradicen ésta teoría. De esta época datan el urbanismo y el que se fueron desarrollando en un ambiente estable y prolongado; se adaptaron al medio ambiente en que vivían y sabían convivir con la naturaleza. Por todo ello se distingue el gran respeto que tenían como seres humanos hacia su entorno.
Se estima que la selva del Petén se encontraba deshabitada al inicio del tercer milenio antes de Cristo, cuando los primeros agricultores construyeron sus chozas a orillas del río La Pasión y la Cuenca del Mirador, demostrado por muestras de polen de maíz, que datan ca 2750 a. C. en lagos de la Cuenca del Mirador. Estos se empezaron a relacionar con la población de los Altos y la costa del Pacífico de Guatemala en sitios como Takalik Abaj, ca 1000 a. C., Kaminaljuyú, ca 800 a. C., y El Salvador, ca 900 a. C., así como con la de la costa del golfo de México. Hacia el año 1000 a. C. la población en expansión se extendió por toda esta zona central iniciándose el proceso de urbanización, el empleo de sistemas agrícolas más complejos y una organización política más avanzada, capaz de controlar la creciente población y con una jerarquización interna, en la que nobles y sacerdotes iban ocupando los puestos de autoridad. Se inicia una división del trabajo con la diversificación de ocupaciones: agricultura, caza, pesca, recolección, alfarería, industria lítica, industria textil, comercio y culto religioso.
El trabajo de la tierra dio prioridad al cultivo del maíz, el frijol, el cacao y la calabaza, en tanto la caza, la pesca y la recolección quedaron como actividades complementarias; por eso a este periodo se le conoce también como agrícola. En él se va desarrollando una religión sencilla con la creencia en una vida ultra terrena y el culto a los muertos.
La evidencia arqueológica muestra que los mayas comenzaron a edificar una arquitectura ceremonial hace unos 3000 años. Hay un desacuerdo entre los límites y la diferencia entre los mayas antiguos y una civilización mesoamericana preclásica vecina, la cultura olmeca. Los olmecas y los mayas antiguos parecen haberse influenciado entre sí. Los monumentos más antiguos consisten en simples montículos de tumbas, los precursores de las pirámides se erigieron más tarde.
De modo gradual, la influencia de la cultura olmeca dejó de ser tan grande como había sido durante el período preclásico medio. Hacia el siglo III a. C. había cesado definitivamente. Sin embargo, muchos pueblos de toda el área mesoamericana habían absorbido algunos de sus rasgos principales (culto a los muertos, arquitectura y escultura monumentales, el culto a las divinidades del agua y el fuego, etc.). Para el Preclásico tardío, en toda Mesoamérica surgieron tradiciones culturales regionales, que fueron construidas sobre la base del legado olmeca. Los mayas tomaron de ese pueblo la escritura, el sistema de numeración y la cuenta larga, y muchas otras cosas. La cultura maya, propiamente dicha, no surgió sino hasta el primer siglo de la era cristiana, más o menos contemporánea al desarrollo de Teotihuacan.
Del período Preclásico tardío se han detectado numerosos asentamientos humanos, entre los cuales se encuentran Santa Marta (Chiapas), donde se constata una temprana ocupación en labores de cerámica y cultivo de maíz, fechada con el año años 1320 a. C.; Chiapa de Corzo, Tonalá, Padre Piedra, e Izapa, con influencia olmeca; Edzná, Xicalango, Tixchel y Santa Rosa Xtampak (Campeche); Yaxuná, Acanceh, Dzibilchaltún (Yucatán); El Trapiche, Casa Blanca, Laguna Cuzcachapa, Las Victorias y Bolinas (Chalchuapa); y Kaminaljuyú en el sur de Guatemala. Los pobladores de este último asentamiento controlaron las relaciones comerciales de la zona con el resto de Mesoamérica hasta que fueron invadidos hacia el año 400 d. C., por guerreros provenientes del centro de México, de la poderosa ciudad de Teotihuacan, cuya influencia militar y cultural se dejó sentir desde entonces en todo el ámbito maya.
La sociedad maya estaba organizada sobre la base de una marcada estratificación social, a la cabeza de la cual se encontraba la nobleza, los almenehoob (‘los que tienen padres y madres’). Este grupo privilegiado monopolizaba el poder y la autoridad al ostentar los puestos políticos y religiosos. El gobernante supremo de la provincia era, como ya vimos, el halach uinik (o halach wíinik) en quien residía el poder absoluto sobre los asuntos terrenales y espirituales. Se le llamaba también ahau; sus emblemas eran el escudo redondo y el cetro con figura antropomorfa y cabeza de serpiente. El cargo de halach uinik era hereditario dentro de una sola familia, y pasaba del padre al hijo mayor.
El halach uinik era, al mismo tiempo, el batab o jefe local de la ciudad en la que vivía, y tenía bajo su mando al resto de los bataboob o jefes locales de las poblaciones que conformaban la provincia. Como jefe supremo, recibía tributo, convocaba a los guerreros y formulaba la política.
En la guerra cada batab comandaba a sus soldados, pero existía un comandante militar supremo llamado nacom, que desempeñaba el cargo durante tres años y respondía directamente ante el halach uinik.
Después de los bataboob estaban los ah cuch caboob, quienes administraban los barrios en los que se encontraba dividida la ciudad. Un cargo similar era el de los ah kuleloob, delegados que acompañaban al batab, sirviéndole de ayudantes, portavoces y mensajeros. Encontramos también a los funcionarios encargados de las cuestiones sociales y ceremoniales, llamados popolna y ah holpop. Finalmente, la categoría más baja de funcionarios era la de los tupiles, que hacían las veces de alguaciles o policías, manteniendo el orden y vigilando el cumplimiento de la ley.
El grupo de los sacerdotes, llamados genéricamente ahkincob (singular: ahkin), tenía la misma categoría que los jefes o bataboob. El sacerdocio también era hereditario y privativo de unas cuantas familias de la nobleza. El supremo sacerdote recibía el nombre de ahuacán, que significa ‘señor serpiente’. Sus actividades se relacionaban con el ritual, los sacrificios, la adivinación, la astronomía, los cálculos cronológicos, la escritura jeroglífica, la educación religiosa y la administración de los templos.
Debajo del ahuacán estaban los sacerdotes llamados chilames o adivinos, destinados a interpretar los designios que los dioses enviaban a los hombres a través de los oráculos. El encargado de llevar a cabo los sacrificios rituales y abrir el pecho de la víctima para sacarle el corazón era el nacom, que no debe confundirse con el jefe militar a quien también se le llamaba así. Le ayudaban cuatro asistentes llamados chacoob, quienes, además de sostener a la víctima, tenían otras funciones, como la de encender el fuego nuevo en el mes de pop, ayunar y untar de sangre a los ídolos que recién se habían esculpido en el mes de mol.
No hay duda sobre el lugar que ocupaban los mercaderes profesionales (polom) en la escala social. Eran miembros de la nobleza, no sólo por descender de los navegantes putunes conquistadores de esa tierra, sino por tener en sus manos esa importante actividad económica. Así, el cronista Antonio de Herrera y Tordecillas en su Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano señala:
Por su condición de nobles, los mercaderes fueron aliados poderosos de los jefes militares, ya que les informaban sobre las rutas y las posibilidades económicas y defensivas de otros pueblos.
Aunque, en general, toda la tierra era propiedad comunal y pertenecía a los pueblos, los nobles tenían mayor acceso al producto de la tierra (los frutales, las plantaciones de cacao y las salinas), no la poseían ni la trabajaban: lucraban con el trabajo de los agricultores. Estos recibían también el pago de tributos, consistentes generalmente en productos de la caza y la pesca, cultivos de la milpa, miel, mantas de algodón y servicio personal.
Debajo de este complejo estrato que era la nobleza, estaba el pueblo, la gente común llamada yalba uinikoob (‘hombres pequeños’), chemal uinicoob, memba uinicoob o pizilcan, todos ellos plebeyos. Estos nombres significan lo mismo que el término náhuatl macehual, frecuentemente utilizado en la época colonial.
La gente común era la más numerosa y comprendía a los campesinos, pescadores, leñadores, aguadores, albañiles, artesanos, canteros, tejedores, cargadores, etcétera. El pueblo era el que cultivaba el maíz y producía los alimentos para sí mismo y para la clase noble. También era el que cortaba, cargaba, labraba y esculpía las piedras que conformarían los grandes edificios, el que construía las calzadas y los templos, el que decoraba sus fachadas con pinturas y mosaicos, y el que con su tributo en especie y en trabajo sostenía a la clase privilegiada.
Por debajo del pueblo se encontraba el último peldaño en la escala social: los esclavos, (ppentoc, masculino y munach, femenino). Eran, en su mayor parte, individuos capturados en la guerra o bien esclavizados por algún delito. También se podía nacer esclavo o convertirse en tal al ser vendido en el comercio o al quedar huérfano.
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